«Hay quienes opinan: “Los occidentales no están capacitados para meditar”, pero esto no es verdad. Yo le conferí [a Rajarsi Janakananda] la iniciación en Kriya Yoga poco tiempo después de haberle conocido y, desde entonces, jamás le he visto en ocasión alguna que no se encuentre comulgando interiormente con Dios».
«[…] Un occidental ha tomado la decisión de mostrar al mundo el valor de la práctica del yoga en la vida cotidiana. Por medio de él, las vidas de incontables personas cambiarán profundamente y se volverán hacia Dios».
Paramahansa Yogananda
Cuando James J. Lynn conoció a Paramahansa Yogananda en 1932, era un millonario por méritos propios que, partiendo de una infancia de amarga penuria, se había convertido en uno de los hombres de negocios más exitosos de América. Sin embargo, como él señaló más tarde: «Yo era un hombre completamente frustrado. Pensaba que el dinero me daría la felicidad, pero nada parecía satisfacerme. Vivía en un estado de nerviosismo y de tensión, en un estado interno de incertidumbre».
Aquel encuentro con Paramahansa Yogananda transformó la vida de este gran discípulo estadounidense, más tarde conocido como Rajarsi Janakananda. Comenzó a practicar yoga bajo la dirección del Maestro, y su ascenso a las cumbres espirituales fue tan meteórico como lo había sido su avance en el plano material. «He aprendido a vivir del gozo interior», declaró. Paramahansa Yogananda se refería a menudo a su excelsa estatura espiritual y les decía a los demás discípulos: «Espero que todos sigan su santo ejemplo».
— Edición ampliada—
Incluye un relato biográfico adicional de la vida de Rajarsi Janakananda y más de setenta páginas de cartas personales escritas por Paramahansa Yogananda y dirigidas a él.